Académicos de Temuco revisaron la efectividad de las intervenciones nutricionales en la sintomatología conductual del trastorno del espectro autista

Trabajo realizado por Danitza Díaz y Marcell Leonario fue publicado en la revista Nutrición Hospitalaria de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo. Ahora, los docentes pretenden desarrollar investigación para evaluar si la selectividad alimentaria de estos niños está asociada a mayor o menor hipersensibilidad de tipo oral o táctil.


La revista Nutrición Hospitalaria de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo publicó el artículo: “Efectividad de las intervenciones nutricionales en la sintomatología conductual del trastorno del espectro autista: revisión sistemática”, de los académicos de Nutrición y Dietética de la Universidad Mayor sede Temuco, Danitza Díaz y Marcell Leonario.

Gracias a la revisión, basada en diversos estudios clínicos cuya población corresponde a personas diagnosticadas con TEA, entre los 5 y los 19 años de edad, identificaron cinco intervenciones nutricionales. Se trata de las dietas libres de gluten y caseína, la dieta cetogénica, la suplementación de omega-3, los prebióticos/probióticos y las vitaminas/minerales.

Los resultados son diversos, porque a pesar de establecerse ciertas mejoras, éstas no son extrapolables a toda la población del espectro autista”, explica Díaz, cuyo trabajo de habilitación profesional es el sustento de esta revisión publicada en la edición de diciembre de la revista española.

Pero, ¿de qué manera impacta la alimentación en el espectro autista? Al respecto, la profesional entrega algunos ejemplos, como la dieta libre de gluten y caseína. “Acá, se ha observado que niños con TEA pueden tener mayor permeabilidad intestinal, se propone la teoría de los opioides para apoyar este tipo de dietas ya que estas proteínas pueden atravesar la barrera hematoencefálica y unirse a receptores que, según su ubicación, pueden tener distintas consecuencias, como problemas conductuales o impedir procesamiento de la memoria”, precisa la especialista.

Otro ejemplo es la microbiota intestinal. “Se vincula harto el consumo de probióticos con el trastorno del espectro autista, porque se ha visto que estos niños presentan modificaciones a nivel de la microbiota intestinal y a través del eje microbiota-cerebro podría haber ciertas alteraciones, tanto conductuales o de procesamiento”, complementa.

Sin embargo, aclara Díaz, “los cinco tipos de intervenciones nutricionales evaluadas muestran evidencia variada que no permite definir el grado de efectividad entre una u otra en términos de mejoras conductuales en la población con TEA”.

Nuevos estudios

“Esta publicación nos da el sostén teórico para empezar a levantar datos con población del espectro autista y en esa misma línea estamos con un proyecto en curso donde queremos evaluar si la selectividad alimentaria de estos niños está asociada a mayor o menor hipersensibilidad de tipo oral, táctil o incluso alteraciones en cuanto a su capacidad social”, adelanta el académico.

El proyecto es liderado por internas de la carrera, ya que uno de los elementos importantes para Nutrición y Dietética de la sede Temuco, según comenta Leonario, es fomentar la investigación disciplinar, pero vinculando a los estudiantes de pregrado.

Sobre la investigación en sí, Díaz plantea una interrogante: ¿Cómo son los hábitos de niños dentro del espectro y cómo eso se relaciona con el perfil sensorial? Ante lo cual responde que “estamos trabajando en eso, los niños dentro del espectro tienen distintos problemas nutricionales, por ejemplo en el tema gastrointestinal es muy común que presenten estreñimiento y esto es basado en las restricciones que ellos tienen en la alimentación, por ejemplo pueden presentar una sensibilidad a ciertas texturas y eso hace que para ellos no sea tan fácil comer algunas frutas, porque la ven como algo más blando, así como en los sabores, ya que su umbral de sensibilidad es distinto que un niño neurotípico, eso es lo que estamos viendo ahora”.