Verano científico: tres actividades para realizar con niños durante las vacaciones

Verano científico: tres actividades para realizar con niños durante las vacaciones

Observar los cielos nocturnos del sur de Chile, elegir una planta comestible de crecimiento rápido para armar un semillero o experimentar con agua son algunos de los juegos que ayudarían a comprender de mejor manera cómo funciona el mundo y también el medioambiente, incentivando su protección.


“La ciencia no es aprender cosas de memoria, es experimentar, hacerse preguntas, idear posibles respuestas y pensar”, dice la académica del Núcleo de Matemáticas, Física y Estadística de la Universidad Mayor, Dra. Fabiola Arévalo, quien recomienda algunas actividades para realizar junto a niños y niñas durante el verano.

Desde la observación de constelaciones, pasando por la experimentación con agua, hasta la elección de una semilla, son parte del listado. “Todo esto se puede ejercitar, no solo para tener buenas notas, sino que para comprender cómo funciona el mundo, el medioambiente y poder ayudar a protegerlo”, agrega.

El verano es un buen momento para identificar constelaciones en familia, especialmente si se viaja a zonas alejadas de la ciudad. Por ejemplo, en estos días, al atardecer, se puede observar la Luna hacia el norte y la constelación de Orión —el Cazador— un poco más arriba, a su izquierda.

Para identificarla, precisa la doctora en Ciencias Físicas, hay que “buscar su cinturón, también conocido como las Tres Marías. Así, una vez identificado, se puede apreciar un poco más abajo a las Pléyades”. 

“Una vez encontrado un objeto brillante en el cielo, uno puede ir identificando otros más tenues e incluso se puede planificar cuándo salir a observar con ayuda de páginas de Internet o aplicaciones de celular gratuitas. Si estás con adultos mayores en la casa, pregúntales los nombres antiguos de las constelaciones, tal vez conozcan hasta alguna leyenda al respecto o te cuenten dónde estaban ellos cuando llegamos a la Luna o algún eclipse”, añade la docente de la sede Temuco.

Otro proyecto que pueden iniciar en casa son los semilleros, idealmente con plantas comestibles de crecimiento rápido, como la acelga o la lechuga. Para ello se pueden utilizar materiales reciclados, como un envase de leche, mantequilla o yogurt, para luego preparar la tierra y agregar la semilla a poca profundidad.

El primer brote es visible en menos de una semana y el trasplante es en dos semanas. Tomar una foto por día para hacer un registro de su evolución o cuando tenga sus primeras hojitas grabarla durante el día para ir aprendiendo de la relación de las plantas con el sol”, señala la especialista.

Cuando crezcan a un tamaño comestibles, aconseja la Dra. Arévalo, “no las saquen entera, consuman las hojas exteriores primero y así alargan el tiempo de cosecha”. Revisa el siguiente video.

Experimentos con agua

El verano es un buen momento para recordar a Arquímedes y hacer experimentos con agua, sostiene la académica U. Mayor, ya que “en ella se pueden sumergir objetos de distinta densidad y ver cómo suben el nivel del agua de forma distinta”.

Por ejemplo, “experimentar si algunas verduras o frutas flotan o se hunden, y si el fenómeno se mantiene entre una naranja con cáscara y una naranja pelada. Si hay una piscina en casa, observar cómo interactúan los insectos en el agua e intentar fotografiar la tensión superficial o el fenómeno de refracción. También, si tienen planeadas vacaciones fuera de casa, realizar montajes para mantener las plantas hidratadas, ya sea con hilos o botellas agujereadas y así aprender de capilaridad (y salvar algunas plantas en el proceso). Cualquier actividad en piscina se recomienda sea con supervisión adulta”, concluye la Dra. Arévalo.

–¿Por qué es importante incentivar el pensamiento científico de niños y niñas más allá de escuelas o colegios?

–Es bueno para compartir en familia conocimiento entre generaciones, al momento de comer todos juntos en esta época estival incentivar que los niños expresen ideas, sepan formular preguntas y así se inculque que está bien hacer preguntas, que está bien equivocarse y aprender. Ninguna pregunta debe quedar sin hacerse, y si los padres y/o tutores no conocen la respuesta, buscarla juntos. También si los niños están varias horas solos, se pueden dejar temáticas para discutirlas al final del día y orientar así su curiosidad con algún fenómeno de interés común. Para esto, hay libros con actividades recomendadas, como el recientemente lanzado: “¿Qué hacen las científicas? Actividades increíbles para aprender acerca de la ciencia”, de la científica chilena, Carla Hernández.