Opinión// De la instalación a la consolidación

Columna de opinión publicada por La Tercera el 24 de diciembre de 2018

 

El surgimiento del Frente Amplio (FA) abrió un camino en la política chilena contaminada por una serie de falencias: una política que no representa las preferencias de la ciudadanía, leal al poder económico que la financia, contaminada por acuerdos cupulares hechos de espaldas a la sociedad. Este se propuso construir un proyecto político que fuera más allá de los partidos y movimientos políticos que lo componen, construyendo junto a las comunidades, movimientos sociales, organizaciones sociales y sindicales, también una política abierta y transparente. Esto desembocó en el FA instalándose en el poder político formal con 21 parlamentarios y Beatriz Sánchez liderando hoy las preferencias presidenciales. Esta victoria, leída en términos de largo plazo, marcó el fin de la lógica Concertación versus Chile Vamos que había dominado la política chilena desde 1990 hasta la fecha.

Y esa victoria ha permitido que los parlamentarios y parlamentarias del FA sean la voz diferente de la clase política tradicional en una cantidad importante y diversa de temas: educación, gasto público, pensiones, impuestos, tratados internacionales, migración, feminismo, entre otros. Aquella victoria implicó una tarea importante: un trabajo complejo de gestión de ese poder formal que desea ser coherente con lo dicho en el Programa de Muchos, transparente con la ciudadanía y conectado con los movimientos y organizaciones sociales y sindicales. Un trabajo en este año de instalación que, a pesar de la complejidad, ha sido exitoso. De hecho, según el Centro de Información para la Democracia de la Universidad de Concepción (DemoData), la coalición con mayor nivel de unidad entre sus diputados y diputadas ha sido el Frente Amplio.

Esta complejidad es intrínseca al FA y el desafío permanente. La instalación en el poder formal necesita ahora un proceso paralelo de consolidación del proyecto transformador. Lo anterior implica preparar al FA no únicamente para ganar contiendas electorales, sino también para disputar el sentido común y esto requiere, urgentemente, una estructura orgánica que no se desentienda de sus bases sociales. Los cierres de “las casas del No” después del plebiscito del 88 para dar paso a decisiones políticas cupulares es una gran advertencia. Y en este sentido, la experiencia del Frente Amplio Uruguayo hay que tomarla en cuenta. Este mantiene en su estructura orgánica la representación de las bases territoriales además de los electos representantes formales, alejándose de decisiones cupulares.

Claudia Sanhueza, PhD en Economía de la U. de Cambridge

Directora del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS) de la U. Mayor