Salud// ¿Escuchas música a alto volumen? Fonoaudiólogo entrega tips para evitar daños en el sistema auditivo

A propósito del lanzamiento de la Red de Monitoreo del Ruido Ambiental, el profesor Iván Cáceres detalló los lugares más ruidosos de la ciudad y las medidas de prevención que deberían tomar las personas. Además, critica la falta de civilidad y el escaso “culto al silencio” en nuestra sociedad.

 

A fines de noviembre, el Gobierno lanzó la Red de Monitoreo del Ruido Ambiental, una iniciativa que, por medio de micrófonos instalados en lugares estratégicos, medirá la cantidad de decibeles que se registran en zonas muy concurridas de la capital. Esto, frente a los altos niveles de contaminación acústica que se han generado en Santiago en el último tiempo.

Sin ir más lejos, estudios han mostrado que en puntos como Plaza Italia, los decibeles pueden llegar fácilmente a los 90, siendo que la OCDE recomienda como máximo 65.

En ese contexto, el académico de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Mayor, Iván Cáceres, explica, en primer lugar, que “se habla de contaminación acústica cuando estamos en presencia de una mezcla en que se fusionan distintos elementos sonoros, como por ejemplo maquinaria de empresas y ruidos provocados por la locomoción colectiva”.

Es decir, “es todo aquel elemento que provoca sonido y que, al mezclarse con distintas frecuencias, produce una mezcla de decibeles de alto nivel”, precisa Cáceres, quien explica que sería distinto a la música, pues una canción tiene una armonía y un origen concreto, remarca.

El profesional señala que a partir de ciertos decibeles (generalmente 80), la exposición al ruido ya puede resultar dañina para la salud, al tener la capacidad de provocar una injuria auditiva importante, que puede ser un trauma acústico agudo (al exponerse a un evento único, no frecuente) o crónico (permanente).

“No obstante -advierte-, los 80 decibeles como máximo es una cantidad extrema. Se recomienda de 65 a 70, porque no conviene estar cerca del límite; por lo tanto, lo razonable al escuchar música son 65 decibeles”.

Pero, ¿a qué equivalen 65 decibeles? Cáceres dice que este nivel de ruido lo registran, por ejemplo, una conversación entre dos personas, una música dentro de una casa con una acústica buena y una juguera. Sin embargo, los decibeles del microondas asegura que pueden ser “mucho más altos, porque esto también depende de la frecuencia que tenga el sonido”, y agrega que incluso el ruido que emite el refrigerador también puede ser dañino.

“En cuanto a los audífonos para escuchar música, si la gente los usa todos los días y si la frecuencia es de más de cuatro horas diarias, puede empezar a provocarle un daño. Además, si bien 65 decibeles es el máximo recomendado, como los audífonos los tenemos metidos en las orejas, deberíamos usarlos hasta 40 o 50 decibeles solamente”, sostiene.

Al ser consultado sobre cómo se puede identificar la cantidad de decibeles que emite la música que escuchamos, el fonoaudiólogo sugiere un ejercicio práctico: “Al susurrar palabras, son 30 decibeles; al conversar, son entre 50 y 60; y si alzo la voz, eso ya son 80 a 90 decibeles”.

Pero como no todos los ruidos son evitables y muchas veces las personas se ven obligadas a transitar por estos lugares, el especialista entrega un par de consejos prácticos para aminorar los efectos:

- Una medida práctica es usar tapones cuando se está expuesto a ruidos muy intensos o cuando se asiste a conciertos. “En las farmacias venden unos silicona que usan algunos cantantes e instrumentistas musicales”, detalla.

- Cuando se asiste a conciertos, se recomienda guardar cierta distancia de los parlantes.

- Cuando escuchamos música, aconseja evitar amplificar en los tonos más agudos, porque son los que producen más daño. En ese caso, es mejor amplificar en los tonos medios.

- Por último, el académico insta a las autoridades a “generar civilidad en las personas, porque la gente es vociferante y descontrolada, y por ejemplo les gusta hacer sonar los motores de las motos o de ciertos autos; la gente tiene tendencia a la estridencia y a hablar mucho, y hacerlo gritando muchas veces”.

“Además, en este país no hay un culto por el silencio. En los colegios, por ejemplo, hay mucho griterío. No hay un trabajo con escucharse, con meditación en silencio, con conciencia de que el silencio es sano y mejora la calidad de vida de las personas”, añade.

En ese sentido, cree que falta conciencia país y que “el Gobierno cree condiciones favorables para que no se genere tanta contaminación acústica. En barrios como Bellavista hay gente que sufre cefalea, insomnio, que despierta fatigada. En esas condiciones, no es calidad de vida”.

Al ser consultado sobre su opinión acerca de la Red de Monitoreo del Ruido Ambiental que creó el Gobierno, consideró que “fue como un voladero de luces”. “El Gobierno nunca se ha preocupado, de manera insistente, de procurar una atención más preventiva para toda la población, porque en general las personas que consultan es cuando en el fondo, están en las últimas, cuando lo empiezan a pasar mal, cuando les repercute, sienten dolor, etc.”, finaliza.