Investigación U. Mayor detecta contaminantes peligrosos para la salud humana y el ambiente en aguas de la Antártica

Cristóbal Galbán, académico del Centro GEMA, lideró el estudio que comprobó la existencia de aplicaciones frescas de DDT en formulaciones de Dicofol, un plaguicida prohibido hace tan solo tres meses en Chile. Los hallazgos indican que, contrario a lo que se pensaba, los contaminantes continúan circulando al llegar a este ambiente remoto.


 

Hasta hace tan solo tres meses, en octubre de 2023, el uso de Dicofol era autorizado en Chile. Este plaguicida, clasificado por la FAO como peligroso por sus efectos en la salud humana y considerado tóxico para la fauna y el ambiente acuático, contiene en su formulación DDT, un compuesto químico sintético que se queda en el ambiente para siempre.

Una reciente publicación científica en Marine Pollution Bulletin analizó las concentraciones de contaminantes orgánicos persistentes en la Antártica, y comprobó la existencia de aplicaciones frescas y formulaciones de Dicofol, lo que indica la ocurrencia de un preocupante fenómeno.

“Quiere decir que estas sustancias nocivas llegaron a la Antártica y se depositaron en el hielo y con el derretimiento volvieron al agua. Estos contaminantes, que se pensaba que quedaban retenidos para siempre, en realidad siguen circulando”, explica Cristóbal Galbán, líder de la investigación y académico del Centro Genómica, Ecología y Medio Ambiente – GEMA de la U. Mayor.

El doctor en Ciencias del Mar detalla que “la fauna no está acostumbrada a estar expuesta a estos contaminantes. Aumentos en las concentraciones, como por ejemplo después de un deshielo o una escorrentía, expone a las especies costeras o que se encuentran en medio del océano, a concentraciones preocupantes de estos contaminantes”.

 

Muestras recogidas en el “Hespérides”

El trabajo usa datos recopilados en una campaña de 2009 a bordo del Buque de Investigación Oceanográfica Hespérides, cubriendo áreas como el estrecho de Bransfield, el estrecho de Guerlache y el mar de Bellingshausen. “Esto nos permitió analizar las masas de aire y de agua con una gran cobertura geográfica”, agrega el Dr. Galbán.

“Pocos estudios se han realizado sobre el DDT en la Antártica, a pesar de que fue uno de los primeros contaminantes orgánicos persistentes detectados allí en 1968”, señala el científico. Aunque está prohibido en Chile desde 1984 y en muchos países desde hace más de medio siglo, la presencia de estos contaminantes en la Antártica persiste.

A pesar de no existir soluciones definitivas que eliminen los contaminantes orgánicos persistentes en la Antártica, la regulación internacional, a través del Convenio de Estocolmo de 2001, intenta eliminar o restringir su producción y uso.

“La regulación internacional sí ha funcionado porque las concentraciones cada vez son más bajas, lo que quiere decir que lo que estamos encontrando es más residual comparado con lo que había hace 20 años”, afirma el Dr. Galbán.

En tanto, otra reciente investigación del científico podría allanar el camino para futuras soluciones. El trabajo publicado en la revista Science of The Total Environment, mide las concentraciones en la Antártica de un tipo de contaminante orgánico persistente llamado PCB, y muestra la acción de bacterias capaces de degradar estos compuestos. “Una vez que se conozca el mecanismo podría ser una fuente de bioremediación en el futuro”. - señala el Dr. Galbán.