Opinión// ¿Cómo educar en la revolución digital?

Columna de opinión publicada por El Mercurio el 20 de febrero de 2020

 

La vertiginosa revolución digital en la que vivimos trae consigo múltiples desafíos para un sistema educativo que, por lo general, ha cambiado poco en las últimas décadas.

Si bien se ha invertido en plataformas, equipamiento e iluminación Wifi, la brecha generacional sigue siendo amplia, lo que genera diversos nudos críticos que invitan a repensar el sentido de la pedagogía en la era digital. 

En un primer nivel, la inclusión de la tecnología como parte de las metodologías de enseñanza-aprendizaje requiere de una intencionalidad educativa. Las nuevas generaciones nacieron con internet y teléfonos inteligentes, sin embargo eso no significa que sean capaces de darles un sentido educativo. 

Uso eficiente

Por esta razón, no basta con emplear una plataforma o generar un proyecto si es que no existe una reflexión conjunta con los estudiantes acerca de las implicancias de estos medios. Solo así se trasciende el uso y el plan se posiciona como una competencia digital al servicio del aprendizaje permanente, más allá de la diversión. 

No debemos olvidar que el Informe McKinsey del 2018 señala que los mejores aprendizajes se logran cuando la tecnología es intencionada por los docentes. Los estudiantes ya usan los medios digitales, pero el desafío es el uso didáctico que le demos los profesores. 

A pesar de la urgencia de esta transformación metodológica, también resulta importante plantearnos los riesgos del uso de los recursos digitales en la primera infancia y la necesidad de generar espacios de desintoxicación tecnológica en una sociedad donde la nomofobia se instala como una problemática creciente. 

No debemos olvidar que las habilidades sociales se aprenden y que hoy las redes sustituyen las relaciones directas entre las personas, por lo que se requiere equilibrar la vida social con ciertos aspectos de la vida digital. 

En un segundo nivel, la revolución digital ha permitido el acceso a una variada e inabarcable cantidad de información, lo cual ha implicado una modificación desde el aprendizaje memorístico al desarrollo de habilidades superiores que fomenten el uso eficiente de la información disponible. 

De esta forma, más allá de repetir la información, el desafío consiste en solucionar problemas y tomar decisiones, lo que sumado a la capacidad de regular el aprendizaje constituyen las grandes competencias del siglo XXI.

Este aspecto implica la revisión del currículum nacional, muchas veces recargado de contenidos que dificultan el fomento de estas habilidades, pero también la necesidad de abordar temáticas de forma interdisciplinaria, puesto que las soluciones corresponden a procesos integrados de diversas áreas del conocimiento. 

En un tercer nivel, surge la necesidad de formar estudiantes con competencias para la ciudadanía digital, que les permitan usar los medios digitales en la cotidianidad, de forma responsable, ética e informada, evaluando la confiabilidad de las fuentes para reconocer las noticias falsas y realizar búsquedas efectivas. 

Rol educativo 

La democracia no solo se expresa por medio del voto, también se manifiesta por medio de valores como el respeto, la igualdad, la diversidad, la presunción de inocencia, entre muchos otros, los cuales debieran regir las formas de interacción en las redes sociales. Además, se debe reconocer la relevancia que poseen las redes para las diferentes organizaciones sociales, lo que sin duda requiere de la formación en pensamiento crítico para tomar las decisiones personales de manera informada y consecuente. 

Por otra parte, niños y adolescentes se enfrentan al ciberacoso y a la exposición de información privada, motivo por el cual la escuela debe tomar asumir su rol educativo para formar –y no solo sermonear– respecto al autocuidado y a la formación de una identidad digital que distinga entre lo público y lo privado.

En suma, vivir en el mundo digital resulta un ámbito del ser humano que debe ser educado. No basta con que las nuevas generaciones hayan nacido con ellas: se requiere con urgencia formar para el uso crítico, de modo que contemos con ciudadanos que sean capaces de emplearlas para la vida democrática y para desplegar habilidades que permitan solucionar los problemas del mañana.

 

Patricio Abarca
Director de la Escuela de Educación de la U. Mayor