Opinión// Astroturismo

Columna de opinión publicada por El Austral de La Araucanía el 4 de febrero de 2020

 

Este año tendremos un evento astronómico de interés mundial en La Araucanía, un eclipse total de sol que ocurrirá el 14 de diciembre y que traerá una gran afluencia de público, tal como sucedió el 2 julio de 2019 en el norte, donde la Región de Coquimbo registró más de 350 mil visitantes. Este es un número mayor a la población total de Temuco y requerirá coordinación de todos los sectores.

Cuando las actividades de turismo tienen relación con la astronomía se denominan astroturismo, el que puede ser en una alianza virtuosa para todos los involucrados, ya que contribuye a la divulgación del conocimiento y a la astronomía como parte de nuestra cultura, ampliando las opciones de turismo sustentable, con lo que, inherentemente, protegemos a los cielos oscuros de la contaminación lumínica.

Si bien el clima no acompaña a la Región durante todo el año, existen otras ventajas, como la gran afluencia de público que tiene en época estival, las zonas sin mucha contaminación lumínica, como parques y reservas nacionales, y la infraestructura ya existente de conectividad, lo que permitiría pensar en ampliar y darle un valor agregado a la oferta turística, incluyendo actividades con astronomía más allá del eclipse. Porque el astroturismo no solo consiste en ira un observatorio gigante en el desierto, también incluye observación de planetas, galaxias y nebulosas, en cualquier lugar donde se pueda observar el cielo.

En la Región, por ejemplo, una agencia de turismo o una municipalidad podrían planificar viajes o panoramas que coincidan con un fenómeno astronómico transitorio que sea observable a simple vista, como: conjunción entre la luna y un planeta del sistema solar, lluvia de estrellas, súper luna u ocultamiento de planetas, los que ocurren varias veces al año.

Como estrategia a largo plazo se podría catastrar y normar Zonas estratégicas, por ejemplo, zonas cercanas a parques nacionales para que la iluminación instalada no perjudique la observación, imaginar que al final de una cabalgata se ve el atardecer con el sol y Venus juntos, o ver una lluvia de estrellas para finalizar una excursión en lo alto de un volcán.

Nuestro cielo azulado es algo hermoso de ver, ya sea que estemos en el sur o en el norte, con un millón de personas en un eclipse o solos en una noche tranquila de verano. Tal vez, en esta oportunidad, aprendamos a hacer una pausa y mirar hacia arriba más seguido.

Fabiola Arévalo
Cosmóloga y doctora en Ciencias Físicas
Académica de la U. Mayor sede Temuco