¿La Inteligencia Artificial me quitará el trabajo?

Columna de opinión publicada por El Líbero el 11 de septiembre de 2018

 

Se acerca un nuevo mundo, un mundo en donde las tiendas no tendrán vendedores, los supermercados no tendrán cajeros, los autos no tendrán conductores y los buques no serán dirigidos por un capitán. La inteligencia artificial (IA) modificará radicalmente nuestra realidad y el mercado del trabajo sentirá el impacto.

En 2013, Frey y Osborne estimaron que el 47% de las actuales actividades realizadas por trabajadores en Estados Unidos sería reemplazado por algoritmos. A su vez, la Universidad de Oxford predice que el 90% de los trabajadores administrativos de las divisiones de recursos humanos serán reemplazadas por un chatbot, capaz de calcular las remuneraciones mes a mes, incluyendo horas extras y bono de desempeño, pagar la seguridad social y transferir el sueldo a las cuentas de cada uno de los trabajadores. Además, si desea saber cuántos días le quedan de vacaciones, el chatbot de su empresa le responderá amablemente su consulta.

Ripley implementó su chatbot llamado Eva y ante mi pregunta de quién era ella, me respondió lo siguiente: “Soy Eva, un bot. Estoy aprendiendo a ayudar clientes. ¿Necesitas ayuda? Por el momento te puedo ayudar con: políticas de garantía, proceso de compra, horarios y varios otros!”. Después de una breve conversación, me recomendó una serie de productos en oferta. Eva fue diseñada por IBM Watson, la división de IA que en su momento creó Deep Blue, el computador que derrotó a Kasparov en ajedrez. Posteriormente, construyó un computador que jugaba Jeoparty, y derrotó a los dos campeones humanos de dicho juego. En la actualidad, elabora uno junto con la Universidad de Columbia para desarrollar diagnósticos clínicos.

En un documento de la OECD escrito por Nedelkovska y Quintini se estima el porcentaje de la fuerza de trabajo que sería reemplazada por IA, siendo el promedio de los países de la OECD de 48%. El valor más bajo se observa en Nueva Zelanda con un 38%, mientras que Chile exhibe un 55%. Este mayor impacto se explica porque en nuestro país sólo el 30% de los ocupados tienen educación superior, lo que implica una menor probabilidad de ser reemplazado por un algoritmo. En cambio, tareas rutinarias como vendedores, cajeros y de mantención tiene una probabilidad mayor de reemplazo, y es por ello que los asistentes en preparación de alimentos, por ejemplo, tienen más de un 64% de su mano de obra humana en riesgo.

El comercio es uno de los sectores en donde estas aplicaciones están modificando la estructura productiva, en tres áreas en particular: la recomendación a clientes –EVA de Ripley-, logística y delivery –Amazon Prime Air y DRU (Domino’s Robotic Unit)– y métodos de pago –Amazon Go-. Simultáneamente, vemos cada vez más shoppers de Cornershop haciendo las compras por nosotros.

El desafío para las políticas públicas es sustancial, ya que muchas personas verán este proceso con temor a perder su empleo y ya hubo un precandidato presidencial que quería poner un impuesto adicional a las empresas que implementasen estos avances. Si bien estos cambios tecnológicos destruyen empleos, como lo sufrió Detroit con la robotización de la fabricación de autos, hay varios otros nuevos empleos que se crean, tal como ha ocurrido ahora con el cargo de administrador de redes sociales o creador de nuevas apps.

Estos cambios radicales no piden ni permiso, ni perdón, por lo cual debemos enfrentarlos de manera tal que en Chile se logre una implementación adecuada al mismo tiempo de que la reconversión laboral sea efectiva y eficiente, de manera tal que lo ocurrido con los ex mineros del carbón y su fallida reconversión no ocurra nunca más.

Tomás Flores

Académico de la Escuela de Negocios de de la U. Mayor