Renovación urbana, ¿equipar periferias o habitar centralidades?

Columna de opinión publicada por El Mercurio de Valparaíso el 30 de septiembre de 2018

El desafío de los próximos años para las ciudades chilenas debería enfocarse en la generación de integración social urbana. La desigualdad y su manifestación socioespacial con altos niveles de segregación en nuestras urbes es un diagnóstico compartido de forma transversal. En este sentido es necesario debatir sobre cómo generar dicha integración, sobre todo porque existen diversas formas de verlo. Algunos plantean cambios estructurales en la producción del hábitat, o incluso un cambio de nuestro modelo económico y político. Sin duda serían opciones, pero de largo aliento y que requieren de una discusión social mayor. Mientras tanto contamos con cientos de miles de familias desamparadas y excluidas que debemos atender, para ello podríamos resumir las visiones en dos maneras de entender eventuales soluciones. Por un lado, se requiere dotar de infraestructura a periferias pobladas mayoritariamente de vivienda social con escaso accesos a servicios, áreas verdes y espacios públicos de calidad, con ello claramente se estaría contribuyendo de manera concreta a la integración, como el caso del reciente anuncio de extensión de líneas de Metro a comunas del sur de Santiago. Pero, por otra parte, también se requiere densificar áreas centrales que ya tienen esos atributos debido a su localización, áreas que hoy en muchos casos se ven desaprovechadas por visiones mezquinas que pretenden perpetuar las oportunidades de la ciudad para unos pocos.

Lo cierto, es que ambas perspectivas son necesarias y complementarias, con la diferencia que la regeneración vía densificación no estimula la expansión del área urbana y además utiliza la inversión existente en infraestructura.

De acuerdo a esto, el eje principal de la renovación de barrios centrales debería estar en provocar interés ciudadano para re habitar áreas centrales, las personas tienen que querer vivir ahí. ¡Para que una ciudad funcione, lo primero que debe haber es gente! Así de simple. Sin gente viviendo, los barrios mueren. Aparece el descuido, la inseguridad, la delincuencia y la apropiación indebida de los espacios públicos primero y privados después. Para revertir ese círculo vicioso es necesario la oportuna acción del Estado, que puede ver ese deterioro como una oportunidad de renovación para hacer mejor ciudad: más integrada, justa y amigable. El Estado debe comandar políticas que generen un escenario favorable a través de incentivos para que la ciudadanía tenga interés de vivir allí y el sector privado de invertir. De acuerdo a nuestra institucionalidad vigente esta sería la única manera de revertir la situación y generar en un mediano plazo la reconversión de áreas degradadas e incluso algunas ya obsoletas. En todo aquello donde no llegue la inversión privada por su baja rentabilidad, es donde se presenta la oportunidad para que el Estado innove y establezca un precedente de cambio con una visión estratégica clara de donde se quiere llegar, la que luego podrá ser recogida y continuada por la acción privada. Es el Estado quien debe proponer el marco normativo y mecanismos para alcanzar esa renovación habitacional deseada, sea de una densidad (y altura) adecuada y en donde coexistan diferentes segmentos socioeconómicos de forma integrada. Con una visión clara y consensuada, el gobierno local puede establecer un plan de gestión que combine la utilización de instrumentos normativos con un plan de inversión directa, como proceso por el cual se obtengan los resultados deseados.

El actual gobierno tiene una tremenda oportunidad en este sentido con los casos del Barrio Franklin en Santiago y El Almendral en Valparaíso, ambos con fuerte presencia de valor patrimonial, buen nivel de servicios y un alto acceso a los mejores equipamiento e infraestructura, pero con una densidad baja que desaprovecha dichos atributos. El Estado debería generar los incentivos necesarios para la inversión, teniendo antes que consensuar una visión urbana sobre cómo lograr una densificación equilibrada que inyecte vida residencial a barrios que hoy están subutilizados. Generar demanda ciudadana por volver a vivir en barrios centrales es la consigna, alternando incentivos para la inversión, con subsidios destinados a la creación de oferta de arriendo para los más vulnerables y acciones normativas que permitan una edificación armónica en densidades y alturas medias, generando una cartera de medidas para garantizar la real coexistencia de distintos grupos sociales para generar un territorio justo. Esto solo se podrá lograr teniendo una visión de ciudad común entre autoridades centrales, locales y ciudadanos, respecto a donde quieren llegar: cuál es la imagen objetivo de ciudad que desean, equilibrando la protección patrimonial con el desarrollo económico, de manera tal que las personas tengan la oportunidad de encontrarse, mejorar su calidad de vida y por sobre todo vivir feliz en una ciudad que les pertenece a todos.

Isabel Matas, integrante de Metropolítica y académica de la Escuela de Arquitectura de la U. Mayor
Juan Pablo Urrutia, integrante de Metropolítica