La fuerza transformadora de nuestros estudiantes

Columna de opinión escrita por el Dr. Álvaro Erazo, decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud U. Mayor.


 

Chile vive un momento en que los desafíos sociales, sanitarios y culturales requieren instituciones capaces de dialogar con su entorno y aportar soluciones pertinentes. En ese contexto, la universidad tiene una responsabilidad ineludible: formar profesionales de excelencia, pero también ciudadanos comprometidos con el país. Este propósito se vuelve realidad gracias a la activa participación de nuestros estudiantes, quienes hoy cumplen un rol fundamental en la construcción de una comunidad universitaria más abierta, dinámica y conectada con la sociedad.

Desde que asumí como decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud he constatado que, a la natural relación médico-paciente, se suma el valor que tiene para la formación el encuentro directo con las personas y los territorios. Ya sea en operativos de salud, proyectos con organizaciones sociales, actividades culturales, tutorías o prácticas tempranas, los estudiantes amplían su mirada y desarrollan habilidades que ningún programa exclusivamente teórico podría entregar. Esa experiencia temprana en terreno fortalece la ética profesional, la capacidad de trabajo en equipo y la comprensión profunda de las necesidades reales de las comunidades.

La política institucional que orienta este trabajo pone énfasis en construir espacios de diálogo y colaboración entre la universidad y los diversos actores del país. Allí se gestan iniciativas que impulsan el desarrollo sostenible, promueven la inclusión, fortalecen la investigación y permiten divulgar conocimientos con impacto social. Todo ello contribuye a consolidar una institución que se proyecta hacia el futuro con una visión global, integrando aprendizajes provenientes tanto del entorno local como de redes y alianzas internacionales.

Pero nada de esto sería posible sin el compromiso y la iniciativa de nuestros estudiantes. Son ellos quienes aportan creatividad, energía y una perspectiva fresca para enfrentar los desafíos contemporáneos. Su activa participación asegura aprendizajes significativos, fomenta la interculturalidad, promueve la innovación y enriquece la vida universitaria en todas sus dimensiones.

La universidad es, en esencia, un espacio de encuentro. Un lugar donde estudiantes, académicos, titulados, empleadores y actores sociales pueden construir propuestas de desarrollo para el país. Este ecosistema colaborativo fortalece la docencia, retroalimenta los perfiles profesionales, potencia la investigación y consolida una comunidad académica sintonizada con las necesidades de Chile.

Por ello, promover la participación estudiantil no es sólo un complemento formativo: es una condición indispensable para proyectar una universidad moderna, inclusiva y con vocación pública. Nuestros estudiantes son agentes de cambio, protagonistas de un proyecto académico que busca aportar al bienestar de las personas y al desarrollo de los territorios. Un concepto en nuestra formación es el de contribuir al bienestar de las personas y al bien común de nuestro país.

Estoy convencido de que el futuro de nuestra institución -y en buena medida, el de nuestro país- se construye con su participación decidida y creativa. Ellos representan la fuerza transformadora que nos impulsa a seguir trabajando unidos por una mejor salud y por una sociedad más justa y esperanzadora./