La autoestima

Dominique Karahanian, académica de Psicología U. Mayor, escribe opinión en La Tercera el 17 de enero de 2023.


Muchas veces, en el primer encuentro con una persona que consulta, sale a la luz que “no tiene buena autoestima”. Cuando replico y pregunto por qué, en general refieren que otros les han dicho que no se quieren lo suficiente, porque ven conductas que no les parecen “adecuadas” para alguien que tiene amor propio.

Para darme a entender, quisiera contarte algunos datos que pudieran ser interesante, como por ejemplo, que el primer libro de autoayuda se publicó en 1857 y se llamó Self-Help. Mucho antes, los griegos ya hablaban de algo así como la importancia de quererse. Cuando entré a estudiar Psicología, di por obvio que uno de sus objetivos principales era que teníamos que autoayudarnos, pero por sobre todo, querernos a nosotros mismos. Y nuestra disciplina ahí tuvo todo que ver. En 1890, William James, alguien así como el padre la de Psicología, definió la autoestima como “un fenómeno afectivo que se experimenta como una sensación o emoción”. Desde entonces se levantó como una verdad incuestionable que todos debemos alcanzar.

Como no soy una persona que se traga fácilmente las verdades y cuestiono “los deber ser” es que quiero reflexionar sobre este concepto. Porque damos por hecho que si tenemos autoestima, seremos felices. Damos por obvio que si tenemos autoestima, nuestra vida será más fácil y, por qué no decirlo, tendremos relaciones más sanas y un sinfín de otras bondades. Sólo por el hecho de amarnos a nosotros mismos.

Sostengo que la autoestima se ha cosificado. Que la hemos puesto en el primer lugar de nuestra lista de deber ser. Que debemos esforzarnos, cueste lo que cueste, para tener una buena estima. Si eso significa consumir libros de autoayuda, coaches de distinta índole, talleres grupales, terapias complementarias, terapias psicológicas, invertiremos en ello con tal de alcanzarla.

Me parece que al cosificarla, creemos que hay algo que debemos descubrir de nosotros mismos, como que hay algo escondido que no sabemos o, incluso que otros saben más que nosotros.

Volvemos a dar por obvio que sólo basta esforzarnos un poquito para saber qué hay en lo profundo de nosotros y, más encima, amarlo.

Dominique Karahanian, académica de Psicología U. Mayor.