Sustentabilidad//Vacaciones y cuidado del medio ambiente son perfectamente compatibles

Nelson Urra, director de Ingeniería en Medio Ambiente y Sustentabilidad U. Mayor, entrega consejos prácticos para contaminar menos en estas semanas de descanso.

 

Las vacaciones de invierno pueden convertirse en algo más que entretención y descanso; también son una oportunidad para tomar conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y la urgencia de contaminar menos, sobre todo si se considera que tenemos la ciudad más contaminada de América Latina (Coyhaique), que más de 11 mil muertes se producen al año en Chile a causa de la polución y que más del 80% de los chilenos tiene una visión regular o pésima de su entorno, según mostró la Tercera Encuesta Nacional de Medio Ambiente.

“La protección del medio ambiente es un deber de todos, independiente de nuestra edad y localización”, recuerda Nelson Urra, director de Ingeniería en Medio Ambiente y Sustentabilidad U. Mayor, junto con hacer hincapié en que las alternativas para lograr este objetivo para nada escasean mientras se está de vacaciones.

Entre esas opciones menciona la más popular entre la población: el hacernos cargo de nuestros propios residuos reutilizando o reciclando los envases plásticos, de cartón o de vidrio, papeles y latas, entre otros.

El reciclaje es una marca patentada dentro de la cultura de muchas personas. Hace casi 30 años que existen alternativas para reciclar en Chile, por ende, es lo que más se acerca a una buena práctica reconocible por una persona”, explica.

“Los niños y jóvenes pueden buscar en Internet el punto limpio más cercano y disponer ahí los residuos que puedan acumular en sus vacaciones de invierno”, sugiere Urra.

Al ser consultado sobre qué tan efectivo es el reciclaje, el investigador remarca que “toda buena práctica suma, por ende, cada una es efectiva en sí misma en disminuir la presión sobre nuestra huella ambiental como sociedad”.

Aquellos que cuenten con estas semanas de descanso también pueden contribuir a través del uso racional de la energía, un bien cuya demanda aumenta a medida que el país avanza hacia el desarrollo. De hecho, el consumo de electricidad se cuadruplicó entre 1990 y 2013. Colaborar en ello basta con adoptar medidas tan sencillas como no dejar cargando el celular toda la noche. “Eso siempre derrocha mucha energía”, dice el académico.

Asimismo, cuando nos desplazamos en nuestros vehículos o calefaccionamos nuestro hogar con la quema de combustibles (parafina, gas u otro), contribuimos a la liberación de gases que causan un calentamiento sostenido de la atmósfera, también llamado efecto invernadero. “La cantidad de gases de efecto invernadero que emite cada persona durante un periodo de tiempo se conoce como ‘huella de carbono’. Hoy nuestra huella per cápita es de 4,5 toneladas de CO2 al año, mientras que la huella per cápita mundial es de 4,3”, advierte Urra.

En ese contexto, el académico señala que para reducir nuestra huella de carbono podemos combinar un conjunto de buenas prácticas ambientales del día a día, tales como darle un buen uso a la electricidad en el hogar (hoy 1KWH equivale a 0,4Kg de CO2 emitido), reciclar nuestros propios residuos (hoy al reciclar 1Kg de botellas plásticas evitamos 2,17 Kg de CO2) y compartir nuestro vehículo en nuestros traslados planificados, entre muchas otras acciones.

Si bien se trata de acciones no difíciles de llevar a cabo, el tedio o el desinterés puede superar a veces a las buenas intenciones. De ahí que la motivación por parte de los padres y los adultos en general sea fundamental. ¿Cómo se puede lograr esto? “Por ejemplo, enseñándoles a los niños y adolescentes a segregar (separar) y clasificar sus residuos sólidos en casa para luego llevarlos al punto de reciclaje más cercano”, dice Urra. Además, “siempre es útil reforzar la importancia del buen uso del agua y de la energía a través de buenas prácticas en el día a día”, concluye el académico.