Comunicación//Sigue estos 8 consejos y estimula el lenguaje de tus hijos en vacaciones

Según la académica de Fonoaudiología de la U. Mayor, Silvanna Dañobeitía, este verano puede ser una buena oportunidad para que los pequeños amplíen su vocabulario, practiquen ejercicios verbales y mejoren su discurso narrativo.

 

Al llegar el verano, los padres se disponen a pasar más tiempo con sus hijos y/o tomarse vacaciones con ellos. Cuando esto ocurre, las salidas y comidas juntos se hacen más frecuentes, los días se vuelven más relajados y hay más espacio para el ocio.

Por eso, qué mejor momento que la temporada estival para estimular el lenguaje de los más pequeños y, eventualmente, detectar posibles dificultades.

Porque si bien, como dice la académica de Fonoaudiología de la U. Mayor, Silvanna Dañobeitía, el lenguaje está en todas partes y en todo momento, las vacaciones tienen la particularidad de que facilitan las interacciones entre adultos y niños, y se pueden aprovechar distintas rutinas para estimularlo o crear ciertos juegos que permitan cumplir ese propósito.

“Pensando en niños de entre 3 y 6 años, es muy importante orientar esta estimulación a la ampliación del vocabulario y las relaciones de significado que son capaces de establecer entre las palabras; promover la elaboración de oraciones completas y con un correcto uso de elementos gramaticales; desarrollar la comprensión y expresión de narraciones, ya sea a  partir de experiencias personales o de cuentos ilustrados; y estimular habilidades de pre-lectura como la conciencia fonológica”, sugiere la docente.

En ese sentido, la académica propone aquí, ocho formas prácticas para estimular el lenguaje de preescolares en vacaciones de verano:

Para estimular el vocabulario y las relaciones de significado:

  • Incorporar nuevas palabras (ya sea nombres de objetos, atributos o acciones) vinculadas a una situación particular que el niño esté experimentando u observando. Luego preguntar directamente si entiende el significado de esa palabra y explicarlo en términos simples. Si pensamos en niños pequeños (3 años), la incorporación de nuevas palabras debe aludir a elementos concretos, que el niño pueda explorar a través de los sentidos y de la acción. En el caso de los más grandes (6 años), a lo anterior se deberían agregar palabras más abstractas como sentimientos o emociones. 

 

  • Realizar el clásico juego del “veo veo”, dando características de distintos elementos. Esto permite integrar el conocimiento semántico para la formación de conceptos.

 

  • Jugar a ser exploradores y promover que el niño "descubra" objetos de su interés vinculados a un contexto en particular (campo, playa, montaña, etc.). Luego de recolectar dichos objetos, describirlos según su tamaño, forma, textura, etc. Es importante que el adulto siempre dé el modelo y luego pregunte al niño para chequear su comprensión. Por ej.: "Mira, esta hoja es suave (pedir que toque), en cambio esta otra es áspera. ¿Cómo es esta hoja? ¿y esta? Busquemos otra que sea suave como esta".

Para estimular la comprensión y expresión del discurso narrativo:

  • Utilizar las rutinas diarias para verbalizar la secuencia de acciones que se realiza en cada una de estas. Esta instancia fomenta el desarrollo de conceptos temporales (primero, después, al final) y organiza un esquema que posteriormente sirve de guía para el desarrollo narrativo. Lo importante es que el adulto verbalice lo que están realizando y luego pregunte al niño. Por ej.: si están poniendo la mesa para almorzar: primero vamos a poner el mantel (mientras lo ponen); ahora vamos a poner el servicio; ahora ponemos las servilletas y los vasos. Luego preguntar: ¿qué pusimos primero? ¿que pusimos después? ¿qué pusimos al final?

 

  • Realizar lectura de cuentos con imágenes acordes a la edad del niño. Realizar preguntas tanto durante como después de la lectura, que permitan chequear la comprensión de lo escuchado. Las preguntas deberían dirigirse a identificar los personajes, el problema de la historia, las acciones que realiza él o los personajes para resolver el problema y el final (resolución del problema).

 

Para estimular la conciencia fonológica:

  • A partir de los 3 años se puede comenzar a hacer juegos tales como separar las palabras en aplausos o con pelotitas de Play Doh o plasticina (o cualquier objeto concreto que represente las sílabas de las palabras). Esto ayuda al niño a tomar conciencia sobre las sílabas de las palabras. Cuando los niños ya saben contar se puede agregar a lo anterior, el conteo de sílabas. La idea es comenzar por palabras simples, de dos o tres sílabas, que sean conocidas para el niño y luego ir incrementando a 4, 5 y 1 sílaba (esta última es más difícil).

 

  • Desde los 4 años se puede guiar la atención del niño hacia la identificación de la sílaba inicial de las palabras. Se sugiere comenzar con sílabas simples como pa, le, mo, etc. Se le puede preguntar al niño con qué sílaba comienza una determinada palabra (por ej: mano) o bien jugar a buscar palabras que comiencen con la misma sílaba. A esta edad también se puede estimular el reconocimiento de la sílaba final, realizando juegos como el eco, donde el adulto dice la palabra repitiendo la última sílaba como si fuera eco para que el niño la identifique (por ej.: pelolololo). Al igual que en el caso de la sílaba inicial, se sugiere utilizar sílabas simples, de la forma consonante+vocal.

 

  • Ya a los 5 años o incluso antes (dependiendo de las habilidades de cada niño) se puede cambiar el foco hacia la identificación del sonido inicial y final, partiendo por palabras que comiencen con vocales y luego palabras que terminen en vocales.

 

Señales a las que hay que estar atento

La profesora Dañobeitía señala que los indicadores de una posible alteración del lenguaje dependerán de la edad del niño. “Si pensamos en los rangos etarios anteriores, un primer indicador de alerta es que un niño a los 3 años no hable, se comunique solo con palabras sueltas o con frases de dos palabras, o bien omita elementos como artículos y preposiciones”, afirma. “Del mismo modo, si el niño parece no comprender instrucciones simples de dos pasos (por ej.: sácate la chaqueta y cuélgala) también es una señal de alerta”, agrega.

A los 4 años, en cambio, las señales a las que se debe estar atento son: expresión ininteligible; oraciones con errores gramaticales ya sea por omisión o mal uso de elementos tales como pronombre, artículos, preposiciones y tiempos verbales (a excepción de los verbos irregulares), vocabulario descendido; dificultad para seguir instrucciones grupales (en el contexto escolar) y/o individuales de mayor complejidad; dificultades para contar lo que hizo en el jardín o en el cumpleaños del amiguito, etc.

A los 5 años: “A las mencionadas anteriormente, podríamos sumar dificultades para organizar un discurso coherente con oraciones complejas y correctamente estructuradas, que incorporen un vocabulario más amplio y palabras correctamente producidas (salvo aquellas menos frecuentes y de mayor complejidad)”, dice la académica de la U. Mayor.