Científico U. Mayor publica estudio en Science que recomienda salvar árboles antes que plantarlos

Según datos publicados en la revista Science por un equipo integrado por el investigador Dylan Craven del Centro de Modelación y Monitoreo de Ecosistemas (CEM) de la U. Mayor, los bosques tropicales pueden revivir sorprendentemente rápido tras ser arrasados, lo que resalta los beneficios que la recuperación natural puede tener en contraste con la plantación de especies nativas. El estudio guarda importantes lecciones para Chile sobre la valoración del bosque nativo y las iniciativas de reforestación.


 

Los árboles están al centro del escenario mundial de las medidas para combatir el cambio climático, partiendo por la millonaria campaña del Foro Económico Europeo para plantar en una década un trillón de árboles alrededor del mundo, y la reciente firma en la COP26 de más de 100 países, incluido Chile, de un acuerdo para revertir la deforestación para 2030.

Sin embargo, existen dudas sobre la efectividad de plantar activamente árboles o dejar que la naturaleza haga lo suyo y los bosques se regeneren de forma natural.

Un estudio publicado en la revista Science por un equipo integrado por el Dr. Dylan Craven del Centro de Modelación y Monitoreo de Ecosistemas (CEM) de la U. Mayor, aporta nueva evidencia sobre la rapidez en que se recupera naturalmente el bosque tropical y cómo puede ser una potencial solución para la restauración del ecosistema, mitigación del cambio climático y conservación de la biodiversidad.

El Dr. Craven explica que “en muchas condiciones los bosques secundarios se recuperan más rápido que una plantación de especies nativas; también traen varias ventajas para la diversidad, no cuesta tanto dinero ni tampoco conocimiento profundo de cada especie, lo que es un fuerte argumento en contra de solo reforestar porque tenemos una meta por cumplir”.

El grupo internacional de investigadores usó un sofisticado modelo estadístico para analizar diversos componentes estructurales y de biodiversidad de bosques tropicales en 77 sitios ubicados en América del Sur, América del Norte y África, en la búsqueda de indicadores que permitan monitorear el proceso de recuperación natural de un bosque e informar a los gobiernos y privados en la toma de decisiones.

Tras el análisis, los científicos descubrieron que los bosques tropicales después de 20 años alcanzan de forma natural casi el 80% de la fertilidad, el almacenamiento de carbono en el suelo y la diversidad de árboles de los bosques antiguos, aunque no todos los componentes estudiados se regeneran en sincronía. “La recuperación no es completa si se toman en cuenta varios componentes al mismo tiempo, ya que algunos de ellos demoran más en alcanzar un nivel de biodiversidad parecido al bosque prístino”, aclaró el Dr. Craven.

Además, el equipo detectó que existe mucha variación en la recuperación de los distintos tipos de bosque tropical. “Los bosques que se recuperan más rápido son los lluviosos en suelos donde antes había ganadería. En Panamá la recuperación es muy rápida, casi se escuchan crecer los árboles, mientras que no es tan así en México, donde no hay tanta lluvia, o Brasil, donde los bosques están en suelos donde antes cultivaban la agricultura de alta intensidad”.

El mensaje clave de la investigación es entonces que “si queremos conservar los nuevos bosques secundarios, tenemos que hacerlo por mucho tiempo, más de 10 años, generando estrategias u objetivos para que gobiernos y terratenientes privados hagan conservación por 100 años”, señaló el investigador.

 

Lecciones para Chile

Aunque en Chile no tenemos bosques tropicales, la investigación guarda importantes lecciones para la valoración del bosque nativo y las estrategias de reforestación en el país.

Creo que para Chile es importante hacer hincapié en que tenemos bosque nativo secundario igual que en el trópico y es necesario ir pensando en cómo podemos conservarlo, tanto por la biodiversidad como por los servicios ecosistémicos que provee”, señaló el Dr. Craven.

Una de las preocupaciones en torno a la reforestación es que se implementen iniciativas en áreas donde antes no había bosque. Tal es el caso del proyecto privado que busca plantar en diez años 2 millones de pino ponderosa en la estepa de la Patagonia chilena para aumentar la captura de carbono.  La estepa “no es un ecosistema que ha tenido bosque históricamente y se quiere sembrarlos porque sí, desconociendo la capacidad del ecosistema para sostener un bosque”, alertó el investigador.

Otras problemáticas son el uso de especies exóticas y la urbanización. “Hay muchas especies exóticas que han causado daños, han salido de plantaciones a invadir ecosistemas nativos vulnerables”, cuenta el Dr. Craven, quien menciona como ejemplo al pinus radiata y aromo australiano.

Estas dos especies generan una hojarasca que al caer forma un colchón de materia orgánica muerta muy seca que fácilmente actúa expandiendo el fuego. “En la zona central las especies endémicas están en peligro por esa dinámica de plantaciones y también por urbanizaciones que carcomen cada vez más el área del bosque nativo y provocan mucho daño”, agrega.

El Dr. Craven señala que para que un proyecto de reforestación tenga éxito es necesario un alto conocimiento técnico para seleccionar las especies, sembrarlas adecuadamente en vivero y una vez que crezcan los árboles, trasplantarlos al campo con los tratamientos silvícolas indicados. Sin embargo, dice: “el problema acá en Chile es que existe muy poco conocimiento del manejo de las especies nativas en vivero, de cómo se puede llevar esas especies del vivero al terreno para que se vuelvan un bosque”.

La estrategia recomendada apunta a combinar la recuperación natural y la reforestación en zonas donde un bosque no puede regenerarse debido a la intensidad del uso previo del suelo. Al respecto el Dr. Craven señala que “si abandonan una mina cuesta mucho que un bosque se regenere por la degradación de los suelos, son situaciones extremas, es ahí donde se requiere más conocimiento técnico para escoger las especies y mitigar la degradación”.