Científico advierte que la penalización de la marihuana limita las investigaciones sobre su uso medicinal

Giovanni Marsicano, académico de la Universidad de Burdeos, visitó la U. Mayor para exponer sobre el trabajo que durante las últimas décadas lo ha convertido en uno de los investigadores más importantes del mundo en el estudio de los receptores cannabinoides. Los hallazgos realizados junto a su equipo han ayudado a comprender mejor el funcionamiento del cerebro y entender los posibles efectos terapéuticos de la marihuana medicinal.


 

Giovanni Marsicano, internacionalmente conocido por sus estudios sobre los receptores cannabinoides, visitó el viernes 9 de diciembre la Universidad Mayor para dictar la conferencia “Receptores de cannabinoides en el cerebro: extrayendo especificidad de la ubicuidad” en el Auditorio del Edificio de Ciencias del campus Huechuraba.

Como muchas veces ocurre en la ciencia, el neurocientífico contó que fue la casualidad la que lo condujo hacia el estudio de los cannabinoides y los receptores CB1. Ocurrió en 1997, cuando llegó a Múnich (Alemania) para trabajar en el laboratorio de genética y comportamiento del Instituto Max Planck de Psiquiatría, donde su jefe de aquel entonces le preguntó qué gen le interesaría estudiar en la función de memoria.

“Como en aquel momento tenía muy poca idea sobre neurociencia y memoria, comencé a leer mucho y encontré que la farmacología de los cannabinoides apuntaba a la idea que activar el receptor CB1 conducía a una disminución de la memoria en general”, comentó el académico italiano.

El Dr. Marsicano pensó entonces que el remover el receptor CB1 en ratones haría mejorar la memoria del animal. “Es más complicado que eso, pero esa fue la razón, quise estudiar un mecanismo que pudiese mejorar o disminuir la memoria y el receptor CB1 es uno de los mecanismos involucrados en la disminución de la memoria, entonces mi idea en aquel momento, muy ingenua, era mejorar la memoria, hacer que el ratón fuese más inteligente, lo que no ocurre en absoluto, los ratones con receptor CB1 no son más inteligentes”, señaló.

Desde ese momento, mucha agua ha pasado bajo el puente. Al punto que hoy su laboratorio en el NeuroCentre Magendie de la Universidad de Burdeos (Francia) es uno de los más prolíficos en el estudio de las funciones del sistema endocannabinoide.

“La idea de mi laboratorio es estudiar el receptor cannabinoide CB1, que son las moléculas a las cuales se adhiere el THC (tetrahidrocannabinol), como una forma de comprender cómo funciona el cerebro, ya que los receptores CB1 están involucrados en muchas funciones y tipos de células, por lo tanto, podemos analizar las funciones en diferentes tipos células removiendo o activando el receptor”, explicó el científico.

Los por qué del “high

En su exposición el Dr. Marsicano planteó que la principal pregunta que se hace su grupo de investigación es ¿cómo es posible que el sistema endocannabinoide, que parece ser muy ubicuo, pueda tener efectos y funciones muy específicas en distintos tipos de células?

“No hay nada de lo que ocurre en el cuerpo donde no esté involucrado el sistema endocannabinoide. Aquí radica su ubicuidad, es realmente un sistema general”, indicó.

Por otro lado, los receptores endocannabinoides, y en particular el receptor CB1, que es uno de los que está más ampliamente expresado en el cuerpo, se encuentra en diferentes tipos de células y asociado a funciones específicas.

Así, el Dr. Marsicano repasó los más importantes descubrimientos realizados junto a su equipo durante las últimas décadas vinculados a los efectos del receptor CB1 en el cerebro y que han servido para entender los posibles efectos terapéuticos de la marihuana medicinal.

En particular, profundizó sobre uno de sus descubrimientos más recientes que consistió en la localización del receptor CB1 en las mitocondrias.  El Dr. Marsicano explicó que “las mitocondrias son las centrales energéticas de la célula. Estos orgánulos son capaces de transformar oxigeno y nutrientes en ATP (trifosfato de adenosina), que es la molécula que la biología usa para transportar energía, y el receptor CB1 puede regular la actividad de la mitocondria, cosa que nunca antes nadie pensó ni siquiera que fuese posible”.

El hallazgo ha permitido distinguir el impacto de las funciones del receptor CB1 en la mitocondria o en la memoria. Así, por ejemplo, el grupo de investigación descubrió recientemente que la pérdida de memoria que produce el cannabis se debe a la expresión del receptor CB1 en la mitocondria, y que efectos típicos del uso de cannabis, como la analgesia, es producida por la presencia de CB1 en la membrana y la membrana plasmática, es decir en el exterior de la célula, mientras que la catalepsia, que provoca la incapacidad de moverse, está relacionada con el efecto del receptor CB1 en la mitocondria.

En resumen — indicó el Dr. Marsicano —"lo que estamos haciendo ahora es intentar distinguir la ubicación subcelular de diferentes funciones del sistema endocannabinoide o efectos de los cannabinoides”.

Si bien el científico reconoce que no hay obstáculos para el avance de la investigación básica vinculada con los cannabinoides, señala que el hecho que el cannabis sea ilegal genera problemas para traducir los resultados obtenidos en estudios clínicos.

“Existe evidencia clara de que, para algunas patologías y algunos pacientes específicos, el cannabis puede entregar resultados positivos muy notables”, sostiene el Dr. Marsicano. Los resultados beneficiosos para algunos pacientes con esclerosis múltiple, dolor crónico, epilepsia y otras enfermedades, justifica según el científico que se continúe investigando.

Sin embargo, el Dr. Marsicano advierte, “el hecho que el cannabis sea ilegal no permite realizar estudios serios y tratar de entender qué pacientes podrían beneficiarse más. Lo que ocurre es que las personas no están hablando de esto con sus médicos y los pacientes están usando marihuana y si funciona continúan y si no lo hace, entonces lo dejan, y toda esa información se pierde porque es ilegal”.

La visita del Dr. Marsicano fue organizada por el Centro de Biología Integrativa (CIB) de la U. Mayor y financiada por la European Molecular Biology Organization (EMBO).