Académica del CISS U. Mayor indagó en las relaciones afectivas entre trabajadoras filipinas del hogar y sus empleadoras en Santiago

A través de una investigación cualitativa, la Dra. Carol Chan concluyó que las empleadoras no solo están dispuestas a invertir una cantidad de tiempo, energía y dinero para construir una relación profesional y amistosa con sus nanas, sino que esperan que sea recíproco.


La académica del Centro de Investigación en Sociedad y Salud (CISS) de la Universidad Mayor, Carol Chan, analizó la compleja e intensa naturaleza de las relaciones afectivas entre las empleadoras chilenas y las trabajadoras domésticas migrantes filipinas, centrándose en cómo operan el cuidado y el poder en el hogar.

Es que un gran número de chilenas de clase alta buscan trabajadoras domésticas puertas adentro para que también sean sus "partners". ¿Por qué filipinas? Porque existen agencias que facilitan la llegada y contratación de trabajadoras de ese país, que promocionan que ellas jamás robarán, que tienen una actitud profesional, son muy cálidas y cariñosas, forman un vínculo fuerte con la familia, hablan inglés, y guardan estrictamente la privacidad de las familias, entre otras cualidades.

El estudio fue llevado a cabo por la Dra. en Antropología Cultural y su coautora, la Dra. Rosario Fernández de la Universidad de Chile y Usach, quienes entrevistaron a 12 trabajadoras y a cinco empleadoras de Santiago.

Las entrevistadas exigieron que la empleada doméstica cumpliera un rol emocional en el hogar, similar al rol de una madre, de una pareja romántica o una amiga cercana sin reconocer que, a diferencia de sus propias madres o esposos, la trabajadora está desempeñando estos roles, además de las tareas prácticas de su trabajo, como limpieza, aseo, etc.

Mediante análisis de discurso, se detectó además que las empleadoras no solo están dispuestas a invertir una cantidad de tiempo, energía y dinero para construir una relación profesional y amistosa con sus trabajadoras domésticas, sino que esperan que sea recíproco.

Si bien las relaciones afectivas entre empleadoras y empleadas pueden ser nutritivas, en todos los casos, excepto en uno, la aparente reciprocidad de esa conexión emocional y la capacidad de contener se cuestionó cuando las empleadoras admitieron que no sabían mucho de las vidas personales de las trabajadoras. En ese sentido, las investigadoras concluyeron que algunos discursos de las empleadoras se entienden mejor como ignorancia voluntaria, donde el énfasis en lo afectivo les permite ignorar de manera inconsciente las relaciones de poder, altamente desiguales de género y raciales.

El compañerismo, entonces, expresa el intangible trabajo emocional de las empleadoras para ser voluntariamente ignorantes, lo que contribuye a reproducir las jerarquías raciales y las relaciones de poder, dice la Dra. Chan.

Para la académica del CISS, la atención en el compañerismo exige una perspectiva más crítica sobre las formas contemporáneas de dinámicas de poder que reproducen y cuestionan las jerarquías sociohistóricas.

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