Congreso Futuro// Experta U. Mayor analiza las amenazas y desafíos de Chile ante desastres como terremotos o aluviones

La Dra. Elizabeth Wagemann, académica de la Escuela de Arquitectura y de la Facultad de Estudios Interdisciplinarios, se presentó este 17 de enero en el Congreso del Futuro, donde dio su mirada sobre cómo nuestras ciudades pueden abordar las catástrofes de origen natural.

 

“Cómo podemos convivir con la incertidumbre”. Este fue el nombre del panel, y también de la gran pregunta que se plantaron los tres investigadores a cargo de dar una mirada sobre la naturaleza, las ciudades y la ciencia, este 17 de enero en el Congreso del Futuro.

De esta manera, el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas (2008) José Miguel Aguilera , el vulcanólogo británico Clive Oppenheimer y la arquitecta Elizabeth Wagemann Farfán, docente de la Universidad Mayor, analizaron la relación entre el desarrollo de la humanidad y las amenazas de origen natural a las que estamos expuestos, prácticamente, a diario. Una experiencia que especialmente involucra a nuestro país.

Cabe recordar que recientemente el Foro Económico Mundial (WEF) señaló que hoy el riesgo más probable para el mundo son los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, tormentas e inundaciones. Eventos que hace diez años no ocupaban ni siquiera el lugar número 5 en esta lista, elaborada por 916 empresarios y expertos.

 “De los países de la OCDE, somos el que está más expuesto a amenazas de origen natural”, afirma Wagemann, quien es doctora en Arquitectura por la Universidad de Cambridge, y que se refiere a esta alarmante cifra del Banco Mundial, que en 2015 informó que Chile tiene un 54% de su población, y un 12,9% de su superficie total, expuesta a este tipo de eventos.

Sin embargo, la Dra. Wagemann comienza esta entrevista justamente redefiniendo conceptos:

“Los desastres no son naturales, sino que de origen natural. La naturaleza no ataca, sino que las ciudades crecen hacia zonas que pueden verse amenazadas por eventos de este tipo”.

¿Como en los aluviones que afectaron a Antofagasta y Atacama en 2015?

“Claro. Allí los asentamientos estaban sobre cursos de agua secos y no hubo una compresión de que al expandir las ciudades hacia esas zonas, eventualmente esos pasos podían volver a funcionar con las lluvias. Lo mismo sucede con las quebradas en Valparaíso, que funcionan como chimeneas frente a los incendios que hemos visto; o con las construcciones costeras que en algún momento van a estar expuestas a ciclos de marejadas”.  

Y de acuerdo a su exposición en este panel, ¿cómo podemos hacer frente a estas situaciones?

“Hay tres aspectos fundamentales en esto: cómo nos preparamos, cómo podemos gestionar la información en relación a las amenazas de origen natural y cómo podemos planificar. No entender esto está vinculado a la falta de conciencia de que nos vamos a ver enfrentados a riesgos de forma permanente, aunque para algunas situaciones estamos más preparados que para otras. En el caso de los terremotos, hemos aprendido bastante y la norma antisísmica es elogiada de forma internacional”.

Considerando las características que posee nuestro país en esta materia, ¿qué desafíos debiese asumir la arquitectura como disciplina?

“Cuando los arquitectos diseñamos, tanto a escala de edificio como de ciudad, tenemos que vincularlo a las eventualidades del territorio, es decir del ambiente no construido.  Hay muchas incertidumbres, pero tenemos también certezas: sabemos que estamos ubicados en una zona costera e intuimos que en algún momento, ignoramos cuándo, habrá una inundación. O en un edificio, si sabemos que la única vía de evacuación es una calle angosta, ¿cómo las personas que viven ahí van a salir en caso de un terremoto?

En términos de diseño, nuestras construcciones van a tener que ser capaces de adaptarse: hay sistemas de viviendas flotantes en Dinamarca o de palafitos en el sur de Chile. Esto es un entendimiento del entorno más profundo”.

Cuando hablamos de esto parece que Santiago quedase al margen, ¿cree que los “guetos verticales” dificultan aún más esta comprensión de dónde y cómo estamos habitando las ciudades?

“La población más vulnerable, en términos económicos, también tiene menos soluciones en esta materia y tiene que ver con cómo accedemos a la ciudad planificada. Es importante poner atención a esto para que no ocurran situaciones como las que se vivieron en Londres en 2017, cuando una torre residencial se incendió y fue especialmente terrible porque la gente siguió el protocolo de evacuación, pero no tenía sentido con el sistema constructivo del edificio mismo”.